Por más que lo intente, no puedo controlarlo.
La serpiente espía por el picaporte de la puerta,
Esperando el momento para saltar sobre mí,
Acechando amenazante con pensarlo.
La tentación solía esconderse atemorizada,
Mi orgullo se enfrentaba en un mano a mano contra ella,
Era lo suficientemente fuerte para ganarle
Y evitar así que me afectara su presencia.
Hoy, la luz de su mirada me inhibió,
Dejando al descubierto la estrategia de la jugada,
Y quedar indefensa ante su mordida envenenada.
Es entonces cuando pierdo la noción del tiempo y espacio,
Me dejo llevar por lo que me manda mi interior,
Hipnotizada caigo entre sus brazos,
Y cohíbe todo aquello que impediría la razón.
Pero es que su piel posee la suavidad de la seda,
Que recorro rozando con mis manos.
Un jardín de aromas posa sobre su melena,
Que se prolonga con los días en mi recuerdo el olfato.
Sus labios son la perdición al paraíso divino,
Y me tientan con tan solo hablarme.
Es entonces que deseo una dosis de sus besos furtivos,
Que me trasladan al abismo en un instante.
Con el toque de sus manos emprendemos el viaje,
Y hace que me pierda en otra dimensión,
Dejando a un lado los anclajes
Y donde sólo existimos él y yo.
Tal como un espía, su tacto se infiltra entre mi ropa,
Que busca incentivado por la excitación,
Y encuentra el punto justo a mi deshonra,
Dejándome llevar por el calor de la pasión.
Y ahora recostada en mi cuello sus colmillos mordieron,
Sin siquiera notarlo, en mi cama me atrapó nuevamente.
En mi sangre logró inyectar el veneno,
Con un poco de complicidad inconciente.
Sin siquiera notarlo, en mi cama me atrapó nuevamente.
En mi sangre logró inyectar el veneno,
Con un poco de complicidad inconciente.
Es así que asumo mi derrota.
Es tarde en la noche y me dejé perder,
Hace efecto su poción tóxica…
Me encuentro otra vez escribiendo y pensando en él.
Crullams