Detesto las cuerdas que me atan a vos. Es tiempo de romperlas y empezar a volar. Saber que hay más allá. Conocer otras caras con quien entrelazar miradas. Explorar nuevos rumbos con destino incierto. Descubrir otras pieles, perfumes, caricias, otro pelo. Comenzar a elegir con conocimiento, aún si se debe romper con lo que soñábamos. Planes que juntos ideamos, que alguna vez fueron inspiración para seguir adelante y pensar en dos. Pero nadie dijo que sería fácil. Este dolor se expande por todo mi cuerpo y rebalsa en lágrimas. Mi almohada acumula cada gota que por las noches cae sin consuelo. Y la escurro durante el día porque sé que la necesitaré luego, ya no para almacenar el sudor de nuestros cuerpos o el perfume de nuestra piel, nuestro aliento, sino para descargar todo lo que llevo adentro. Es que tanto tiempo pasó desde la última vez que fuimos nosotros mismos. No era algo que esperábamos, pero a lo largo de los años, naturalmente cambiamos. Hoy somos quien fuimos pero que detrás de una mentira escondimos. Y así fue que la razón se convirtió en un mero desperdicio de tiempo. La hemos perdido por completo. Sólo nos torturamos imaginando lo que pudo ser, pero ya no será. Ya es tiempo de crecer, de mirar enfrente y perder de vista los costados. Y quizás, el destino nos encuentre de nuevo. Quizás nos vuelva a cruzar en el camino, porque ambos sabemos que este amor es único, que este amor sigue vivo.
Crullams.
Crullams.